Labor arquitectónico y el cerebro.
- arqneumen
- 4 may 2020
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Uno de los quehaceres del arquitecto se basa en el diseño y proyección de edificaciones, orientados por las diversas necesidades sociales obtenidas de la reflexión de los conceptos del “habitar”. Dichas necesidades surgen a través de los diversos procesos neurológicos inherentes al ser humano, interpretados por los diferentes cerebros del individuo.

La teoría de los 3 cerebros nos propone la división de la masa encefálica en 3 partes, ergo, 3 diferentes formas de pensar/actuar por cada una.
El cerebro al recibir un estímulo externo reacciona con alguno de los 3 cerebros:
Reptiliano:
Este solo se encarga de actuar, es el cerebro instintivo, se guía por la supervivencia, generando necesidades de reproducción, poder, defensa o protección, heredado por los reptiles.
Límbico:
Este es el motor, el que se encarga de hacer sentir las diferentes emociones, miedos y sensaciones, heredado por los mamíferos.
Neocórtex:
Es la corteza cerebral, la que nos da la diferencia entre todos los mamíferos como seres pensantes y razonantes. Genera nuestras cualidades lógicas y analíticas. Esta tiene 3 subdivisiones, con diferentes sentidos.

Hemisferio Derecho: Genera amor por lo artístico, deporte, naturaleza, espiritualidad.
Hemisferio Izquierdo: Genera amor por la lógica matemática, lectoescritura, diálogo.
Lóbulo frontal: Encargada de la autorregulación y la atención.
Como arquitectos, el conocimiento de las funciones neuronales facilita el quehacer arquitectónico. No solo nos ayuda a empatizar con el habitador, también logra que los diseños apelen a los diferentes cerebros, razonando cada sensación/emoción que como arquitecto queremos generar en el mismo, ya sea logrando que cada experiencia sea interpretada para el placer y disfrute del expectante, o por el contrario, se genere un ambiente hostil e incómodo, dependiendo de la función de dicha edificación.
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